En esta historia hemos descubierto que un niño nos
cuenta su experiencia en forma de advertencia para que alguna vez que
encuentren este juego ni si quiera piensen en hacerlo, ya que él ha quedado traumatizado, no hemos de sonar todo tenebroso, pero solo hace falta leer para
creer.
Empieza advirtiendo de que no lo intentemos, de que su
experiencia fue demasiado horrible, y continua explicando en que consiste este
juego. No hablamos de un juego de computadora o algún videojuego, hablamos de
un juego que pudo haber tomado la vida de este niño.
Primero indicaba que debía estar solo y la casa a oscuras, conseguir una venda o alguna bandana para tapar los ojos.
Siguió en que debía de contar cuantos escalones conformaban su escalera desde el piso de abajo. Él comenzó a contar y al llegar a la planta alta había contado dieciocho escalones, volvió a bajar y esta vez contó diecinueve escalones, esa vez pensó en que era algo como un juego mental, algo como esos juegos que te ponen a prueba y tratan de confundirte para no lograr obtener la respuesta. El siguiente paso que debía hacer era volver a subir las escaleras, solo que con los ojos tapados por la venda, eso hizo, y al terminar contó veinte escalones. Sentía como el miedo comenzaba a inyectarse por sus venas, ahora debía decir tres palabras para que el “juego” sirviera y comenzara de verdad. Una vez pronunciadas comenzó a bajar escalón por escalón, después de los dieciocho escalones sintió que todavía podía seguir bajando, llegó al veinticuatro, dudó un poco en seguir, pero la curiosidad le dominó y continuó bajando, treinta escalones, estaba sorprendido y muy asustado…
Primero indicaba que debía estar solo y la casa a oscuras, conseguir una venda o alguna bandana para tapar los ojos.
Siguió en que debía de contar cuantos escalones conformaban su escalera desde el piso de abajo. Él comenzó a contar y al llegar a la planta alta había contado dieciocho escalones, volvió a bajar y esta vez contó diecinueve escalones, esa vez pensó en que era algo como un juego mental, algo como esos juegos que te ponen a prueba y tratan de confundirte para no lograr obtener la respuesta. El siguiente paso que debía hacer era volver a subir las escaleras, solo que con los ojos tapados por la venda, eso hizo, y al terminar contó veinte escalones. Sentía como el miedo comenzaba a inyectarse por sus venas, ahora debía decir tres palabras para que el “juego” sirviera y comenzara de verdad. Una vez pronunciadas comenzó a bajar escalón por escalón, después de los dieciocho escalones sintió que todavía podía seguir bajando, llegó al veinticuatro, dudó un poco en seguir, pero la curiosidad le dominó y continuó bajando, treinta escalones, estaba sorprendido y muy asustado…
Cincuenta escalones, comenzó a sentir calor, sesenta…
escuchaba murmullos,que al bajar más se convirtieron en
lamentos y quejidos. Otro par de escalones más, distinguió un olor a
chamuscado, algo quemándose, setenta y cuatro… esos quejidos se convirtieron en
llantos, sentía que le susurraban algo en el oído pero no lograba entender qué.
Setenta y cinco, el calor aumentaba a cada segundo que se quedaba ahí, setenta
y seis, esos susurros hacían hasta cosquillas en la oreja, setenta y siete,
estaba temblando del miedo, setenta y ocho, estaba abrumado del calor y
empapado de sudor, setenta y nueve… quería quitarse la venda y ver qué era lo
que le estaba rodeando pero estaba estrictamente restringido. Ochenta, y su
miedo lo paralizó, no pudo seguir con ningún escalón más del susto, creía que
le tomaría buen rato volver a su casa, pero al subir los dieciocho escalones
cayó en el piso alfombrado de su segunda planta, asustado y tembloroso se quitó
la venda de los ojos, logrando ver que estaba dentro de su hogar, quiso creer
que no había pasado nada en realidad, que era como una pesadilla, pero al
caminar a su cuarto sintió algo en su zapato, y al revisar, pudo ver que la
suela estaba derretida.
En el mismo artículo en el que vio las instrucciones de este
juego decía que si llegaba al escalón número cien, pararías y llamarían tu
nombre para concederte un deseo, el que quisieras, pero nunca se puede estar
seguro, hasta comprobarlo tú mismo, solo hay que tener el valor suficiente para
hacerlo…
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